domingo, 30 de mayo de 2010

El retorno del mal de Venus


«Una noche con Venus y una vida con Mercurio». Este dicho se popularizó en el siglo XVIII, ya que, hasta la llegada de la penicilina, la única manera de contrarrestar la enfermedad de transmisión sexual más común en aquel entonces, la sífilis, eran las curas con Mercurio. Un método muy tóxico que provocaba que al paciente se le cayeran los dientes, el pelo y se quedara hasta sin tabique nasal. Los efectos físicos de la enfermedad y del proceso de cura eran tan evidentes que, en tiempos, de Miguel de Cervantes a los sifilíticos se les llamaba «pelones».

Aunque sífilis suene, especialmente entre los más jóvenes, a enfermedad de los tiempos del Capitán Alatriste, la realidad es que nunca nos ha dejado del todo y lo más preocupante es que en los últimos diez años los casos en España se han triplicado. Según datos del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Instituto de Salud Carlos III, mientras que en 1999 se notificaron 682 casos y la incidencia era de 1,73 por cada 100.000 habitantes, una década después se han reportado (de manera provisional) 2.147 casos y la tasa por cada 100.000 habitantes se ha disparado a 4,76. El mayor número de casos en el último año se han registrado en Andalucía (615), seguida de la Comunidad Valenciana (355) y Madrid (322).

Pero ¿por qué este aumento? La razón parece ser la misma por la que han crecido los casos de otras infecciones de transmisión sexual (ITS) como la gonorrea o la clamidia. «Nos hemos vuelto a confiar y hay más prácticas de riesgo», explica a ABC.es el doctor Fernando Vázquez, miembro de la SEIMC (Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica), jefe de sección de Servicios Básicos del Hospital Monte Naranco y profesor de Microbiología en la Universidad de Oviedo. El especialista recuerda cómo en los años ochenta, coincidiendo con la aparición del VIH, hubo bastantes casos de sífilis. Sin embargo, el miedo al sida favoreció un clima en el que la gente estaba concienciada del uso del preservativo para prevenir estas enfermedades. En los noventa, los casos de sífilis en España fueron casi testimoniales, pero con la llegada del nuevo milenio su aumento ha sido imparable.
Formas de contagio
«Hace diez años teníamos uno o dos pacientes al año en la consultas de ITS asturianas con sífilis, ahora un 1 por ciento de los aproximadamente 9.000 pacientes que atendemos al año son diagnosticados de esta enfermedad», advierte el doctor Vázquez, que matiza que el colectivo más castigado por esta enfermedad es el de los hombres homosexuales. En este sentido, cabe recordar que la sífilis no se transmite sólo mediante el coito vaginal, sino que también se contagia mediante el sexo anal y oral, por lo que no hay que descuidar la protección en ningún caso, especialmente cuando se tienen diferentes parejas.

La sífilis tarda una media de tres semanas en incubarse y la primera señal de alarma es la aparición de una úlcera en la zona de contagio (los genitales, la boca o el ano). Precisamente muchos de las transmisiones se producen porque la persona enferma no sabe que lo está. Bien porque aún no han aparecido los primeros síntomas o porque, aunque ya están presentes, no son visibles. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, donde la primera úlcera puede aparecer en el interior de la vagina.
Si no se trata, la enfermedad pasa a un segundo estadio. Infecta la sangre, desaparece la úlcera pero salen manchas en la piel, sobretodo en las palmas de las manos y las plantas de los pies. En un tercer estadio, puede provocar afectaciones cardíacas y neurológicas, aunque hoy día con el tratamiento, no se llega a esta situación tan extrema.
Las autoridades sanitarias son conscientes de la relajación en la prevención de las ITS, por ello, la última campaña contra el sida hacía hincapié en la importancia de no bajar la guardia. El mayor pico se sífilis de los últimos diez años se alcanzó en 2008 con 2.545 casos reportados. En 2009 se notificaron 400 casos menos, pero las cifras, teniendo en cuenta que es una enfermedad prevenible, siguen siendo altas. Habrá que esperar a los datos de 2010 para saber si nos hemos concienciado de la ruleta rusa que supone exponerse a una relación sexual sin protección.

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